Si eres
practicante de algún tipo de actividad física, seguro que alguna vez has
sufrido, o has escuchado a alguien quejarse del dolor que le produce su
Tendinitis Rotuliana. Las tendinopatías
son un problema cada vez más frecuente entre la población,
principalmente por el aumento de la participación de la población en
actividades deportivas. Dentro de este grupo, una de las lesiones más comunes
es la Tendinitis Rotuliana, conocida también como "Rodilla del
saltador", como la bautizó el Doctor Blazina en 1973. La tendinopatía
rotuliana se caracteriza por un dolor que puede aparecer en el polo inferior de la rótula (1), en el polo
superior de la rótula (2) o en la tuberosidad tibial (3), siendo la más
frecuente, representando el 65% del total, la tendinopatía que causa dolor en
la inserción del polo inferior de la rótula.
¿TENDINITIS O TENDINOSIS?
Los tendones son
los elementos encargados de transmitir la energía generada en los músculos a
los huesos, generando así el movimiento articular, con una mínima pérdida de
energía. Para ello, los tendones cuentan con características como una gran
fuerza tensil, una muy buena elasticidad y una óptima capacidad de soportar
fuerzas de estiramiento. Como ves en la imagen, los tendones pueden sufrir deformaciones de hasta un 4% o 5% de su longitud sin problemas ,
pero cuando el tendón sufre repetidas cargas mecánicas por encima de este límite
de elasticidad, se generan microlesiones acumulativas que, con el tiempo, debilitan las estructuras tendinosas, y
afectan a la arquitectura del tendón, haciéndolo más blando, desoganizando sus
fibras de colágeno y mostrando signos de degeneración y en ocasiones,
microrupturas. Todo ello sin presencia de células inflamatorias.
Como consecuencia, no podemos decir que la tendinopatía rotuliana sea una tendinitis (que sería un proceso inflamatorio), sino una Tendinosis, descrita por primera vez por Puddu en 1976 como "La enfermedad degenerativa del tendón, sin signos clínicos de inflamación y con cambios celulares que alteran las propiedades de este tejido". Esta degeneración provoca un dolor que es debido no a la inflamación, sino a la presencia de microlesiones, a la acumulación de sustancias como el glutamato o la sustancia P y a la hipervascularización.
En la siguiente
imagen puedes ver la diferencia entre un tendón normal y un tendón que sufre de
tendinosis, y podrás entender por qué duele
tanto este proceso degenerativo. A la izquierda puedes observar un tendón sano
y a la derecha un tendón con signos de degeneración propios de una tendinosis.
CUADRO CLÍNICO
·
Dolor en el polo inferior de la rótula, polo
superior de la rótula o tuberosidad tibial
·
Incapacidad funcional parcial para realizar esfuerzos
con esa pierna
·
En ocasiones, pérdida de masa muscular en
cuádriceps y gemelos
ESTADÍOS SEGÚN LA GRAVEDAD DE LA LESIÓN
·
Estadio 1:
Dolor sólo después de la actividad, sin alteración funcional
· Estadio 2: Dolor durante y después de la
actividad, aunque todavía serás capaz de hacer ejercicio con normalidad
·
Estadio 3: Dolor prolongado y creciente durante
y después de la actividad. Tu rendimiento se ve afectado por el dolor.
·
Estadio 4: Rotura total del tendón. Requiere
cirugía
Después de saber
lo que es una Tendinitis, que en realidad ahora sabes que se trata de una
Tendinosis, viene la parte más importante. ¿Qué hacer para librarte de ella?
Hay diversas
estrategias propuestas para el tratamiento de la tendinosis, pero la más
importante es la paciencia, pues debes saber que el tendón tiene una actividad
metabólica muy lenta, un escaso aporte de oxígeno (13% del aporte muscular) y
una escasa vascularización, a lo que se añade que la aparición de los síntomas
se da cuando ya se ha producido el daño. Por todo esto, lamentablemente, el
proceso de reparación de un tendón afectado por tendinosis suele alargarse más
de lo deseado.
ESTRATEGIAS PARA TRATAR LA TENDINOSIS
ROTULIANA
1. Terapias con
evidencia científica muy limitada en relación a su validez
La evidencia en
este punto es muy limitada y no hay estudios concluyentes sobre la eficacia de
estas técnicas, no obstante, estos son los posibles efectos de estas terapias:
Ultrasonido:
Puede mejorar la síntesis de colágeno y la fuerza de los tendones en reparación
Cyriax: Masaje
transversal profundo. Utilizado para liberar adherencias y aumentar el flujo
sanguineo a la zona afectada. Sin evidencia científica clara que lo sustente.
Parches de Oxido
Nítrico: Podría estimular la regeneración tendinosa y la disminución del dolor
Inyecciones de
polidocanol, lidocaína, epinefrina... Parece que hay resultados prometedores,
pero la evidencia aún no es suficiente
2. Terapias que
funcionan. CRIOTERAPIA, REPOSO RELATIVO Y EJERCICIO TERAPÉUTICO
CRIOTERAPIA
Debes utilizarla
después de ejercitarte, y ayuda al control del dolor. Nunca coloques el hielo
directamente sobre la piel, pues podrías producirte graves quemaduras. 20
minutos de aplicación después del ejercicio parecen una estrategia suficiente
REPOSO RELATIVO
Mientras dure el
dolor debes evitar aquellas actividades que causen dolor o disminuir la
intensidad de las mismas. Está comprobado que reducir la actividad a cero
retrasa el tiempo de incorporación a la actividad, pues esta actividad causa
atrofia muscular y pérdida del estado de forma. En resumen, mientras dure el
tratamiento, mantente todo lo activo que puedas, evitando las actividades que
causen dolor.
EJERCICIO
TERAPÉUTICO
El ejercicio
terapéutico se basa en la Ley de Wolf y de la Mecanotransducción. "El
tejido humano responde a la carga mecánica con un aumento en la actividad
circulatoria y metabólica y con un aumento de la síntesis de matriz
extracelular".
Por lo tanto la
clave será saber qué tipo de ejercicio en especial promueve la reparación del
tejido tendinoso. Desde que Curwin y Stanish hablaran de ello en 1984,
infinidad de autores han encontrado que el EJERCICIO EXCÉNTRICO acelera la
reparación y está asociado a la normalización de la estructura del tendón.
Vamos a ver cómo
puedes estructurar la recuperación de tu tendón rotuliano
FASE 1
Durante esta
fase deberás guardar reposo relativo y evitar aquellas actividades que
produzcan dolor, intentando realizar actividades complementarias indoloras de
baja intensidad y larga duración, para evitar la atrofia muscular.
Estos son
algunos ejercicios que te ayudarán. Debes realizarlos todos los días, a razón
de 4 series de 15 repeticiones de cada uno. Es normal que al principio
experimentes un poco de dolor al hacerlos. Complemente estas actividades con
estiramientos para, sobre todo, el cuadriceps, psoas, isquiotibiales, gluteos, gemelos y soleos.
1. Prensa
excéntrica en plano inclinado: Deberás realizar la parte positiva (empujar el
peso) con las dos piernas y la parte negativa (llevar el peso a la posición
inicial) lentamente con la pierna. Comienza utilizando un peso muy liviano,
para poco a poco ir aumentando el peso, siempre basándote en la no aparición
del dolor. Idealmente, los mejores resultados se alcanzan con un plano
inclinado de 25 grados colocado sobre la plataforma.
2. Ejercicios de fortalecimiento isométrico
FASE 2
Podrás pasar a
esta fase cuando los ejercicios de la Fase 1 no te produzcan nada de dolor. En
esta fase verás que podrás incrementar poco a poco la intensidad de tus
entrenamientos, pero siempre, por el momento, evitando aquellas situaciones que
provoquen dolor.
Debes seguir
realizando ejercicios de rehabilitación todos los días. Mismas series y
repeticiones
1. Sentadilla
sobre plano inclinado. Utilizando el plano
inclinado de 25 grados. Al principio subir con dos piernas y bajar con la
pierna lesionada, después, siempre en función del dolor, podrás realizar el
ejercicio solo con la pierna lesionada, y finalmente podrás añadir peso
adicional como por ejemplo, discos de halterofilia o una simple mochila. Cuando puedas realizar este ejercicio sin dolor, deberás
aumentar progresivamente la velocidad de ejecución
2. Continua con
los ejercicios de fortalecimiento isométrico, pero añadiendo resistencia extra
con bandas elásticas o contrapesos en los tobillos. Deberás también continuar
con los ejercicios de estiramiento.
FASE 3
Esta es la fase
de readaptación a la actividad. Poco a poco podrás regresar a los entrenamientos
que hacías antes de lesionarte. Como última fase del ejercicio terapéutico
deberás incluir lo que se denomina "Entrenamiento excéntrico -
explosivo".
Puedes afrontar
esta última parte de ejercicios utilizando como base una superficie elevada,
desde la que deberás dejarte caer y
"amortiguar" la caída lo más suavemente que puedas. 4
series de 8 repeticiones cada día son una buena pauta para comenzar.
Añade cada 3 o 4
días una serie, poco a poco ve incrementando la altura de caída, atrévete al
final del proceso a caer sólo sobre tu pierna lesionada, que ya podrás bautizarla
como ex-pierna lesionada .
Continua con el
fortalecimiento isométrico y los estiramientos y verás que poco a poco podrás
hacer cualquier actividad que te propongas sin dolor. Esta fase es la adecuada
para introducir gestos explosivos como sprints, multisaltos, cambios de
dirección...
Si todo
transcurre con normalidad, en este proceso que deberá haber durado entre 4 y 6
semanas, habrás dicho adiós a lo que llamabas Tendinitis rotuliana, o, para ser
rigurosos, a tu tendinosis rotuliana.
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