lunes, 28 de abril de 2014

De las Paleomodas y otros demonios


Hace mucho que no me pasaba por aqui, y esta vez será para una entrada menos densa que en otras ocasiones. Pero probablemente más pertinente. Vamos allá. 

 

Escuchaba hoy en la radio a un médico hablar de las bondades de la paleodieta y el paleoejercicio. Y digo bien, no era un licenciado universitario en Dietética y Nutrición o Ciencias de la Actividad Física. Era un médico. Había encontrado la panacea. Es de suponer que él, en su consulta, tratará a sus pacientes con hierbas, raíces y cataplasmas, como hacían nuestros ancestros del paleolítico. ¿Para qué fiarse de la medicina moderna, con sus antibióticos, sus vacunas, sus analgésicos y esas paparruchas y modernidades?




Afortunadamente, el conocimiento científico en el ámbito del entrenamiento deportivo va mucho más lejos de las modas pasajeras, y no existe el café para todos. Así como una aspirina puede quitar el dolor de cabeza, pero no soldar un fémur roto, no existe ningún método de entrenamiento que sirva para todo. Cada uno de ellos es válido para lograr unas adaptaciones determinadas, e inútil, contraproducente, y hasta peligroso,  cuando se buscan otro tipo de adaptaciones.

Sabemos, a través de la ciencia y de los grandes científicos que legan su vida a crear y transmitir conocimiento, manipular la dinámica de la adaptación biológica. Combinando contenidos y metodologías y periodizando científicamente, estamos en condiciones de provocar adaptaciones neurales, musculares, metabólicas, hormonales, cardiorrespiratorias, vasculares y esqueléticas muy diferentes en función de dichos contenidos y metodologías. Esta elección dependerá del objetivo perseguido,  del estado de forma del individuo, de condicionantes previos de salud, de la edad... por no hablar de la preparación deportiva, que será radicalmente diferente en función del tipo de deporte, del momento de la temporada, del día de la semana, de la edad... 

¿Deben entrenar igual la fuerza un remero, un jugador de baloncesto, un jugador de rugby y un boxeador?
O más allá, ¿Deben entrenar igual un hombre de 50 años con resistencia a la insulina y una mujer con un problema de osteopenia que desea estar en forma?

ROTUNDAMENTE, NO.

Especificidad de la adaptación: ambos entrenan 7 dias a la semana, 3 horas al dia, pero consiguen adaptaciones muy diferentes

Y es que, en ocasiones guiándonos por referencias exclusivamente estéticas y por evaluaciones inespecíficas, provocamos adaptaciones neuromusculares y metabólicas contraproducentes que son muy difíciles de revertir. 

Como anécdota, no hace demasiados meses, me consultaba un deportista de alto nivel sobre qué podía estarle ocurriendo para, según sus palabras, "perder toda la chispa y  la  explosividad". Tras analizar su programación de entrenamiento, efectivamente, se había dejado llevar por una de estas corrientes universales en boga actualmente, que precisamente, tiene como una característica principal, la disminución del índice de manifestación de la fuerza, la reducción de la frecuencia de impulsos nerviosa e incluso la transformación enzimática y molecular de fibras IIx a IIa. Tras eliminar ese tipo de contenidos, alejarlo de las modas y programar en función de las adaptaciones deseadas, vuelve a ser el de siempre.

No existen los ejercicios mágicos. No existen los sistemas de entrenamiento universales. Es absolutamente imposible generar adaptaciones específicas entrenando inespecífico. Entrenar es sencillo. Entrenar bien es complicadísimo.

Sólamente un análisis pormenorizado de las adaptaciones a conseguir y un diseño consecuente del tipo de ejercicio a programar puede llevarnos a optimizar la respuesta biológica adaptativa. 

Valga el título de esta entrada para homenajear humildemente a uno de los seres humanos que más me ha hecho sonreir y soñar trasladado a sus mundos oníricos. Gracias Gabo.