miércoles, 17 de noviembre de 2010

CITIUS, ALTIUS, FORTIUS... ¿GRAVIUS?

Es un buen jugador, pero no tiene físico para jugar a alto nivel”

¿Cuántas veces hemos escuchado, leído, o incluso pensado algo así sobre un jugador de baloncesto que cuenta con una masa muscular poco voluminosa?

¿En cuántas ocasiones hemos pensado que a alguien le faltan kilos de músculo para poder competir contra los mejores?

¿Qué nos lleva a afirmar algo así? ¿Por qué relacionamos estar físicamente bien con tener una musculatura hipertrofiada? Es más, ¿qué opinan sobre esto jugadores como Navarro, Rudy, el gran Drazen (que tendrá la llave del pabellón allí donde esté), Kukoc, Ricky, Fran Vazquez, Gasol, Kevin Durant, y tantos otros “flacos ilustres” que tenemos en mente ?

Probablemente lo primero sea definir que necesidades desde el punto de la vista de la condición física tiene un jugador de baloncesto, y a priori, esto parece sencillo, ya que estamos ante un juego caracterizado por acciones intermitentes de alta intensidad intercaladas con pausas incompletas y cuyo objetivo es introducir el balón por un aro situado a 305 cm. Las acciones que conducen al éxito son rápidos desplazamientos en diferentes direcciones y saltos de diferentes tipos, todo ello mientras se ejecutan fundamentos motrices complejos (técnica), se toman decisiones en función de la situación de juego (táctica) y se aplican planes de acción colectiva establecidos previamente (estrategia).

Así pues, el entrenamiento de la condición física en baloncesto parece que deba centrarse en ser capaz de ejecutar acciones técnico - tácticas más rápido y más alto que los rivales, retrasando la aparición de la fatiga para que esta no influya en la intensidad de dichas acciones, en la precisión de sus movimientos y en la capacidad de tomar decisiones correctas.

En función de esto, ¿de qué manera nos pueden ayudar esos kilos de músculo que tanto nos gustan?

Muchas veces pensamos que el mundo del entrenamiento deportivo transcurre por dimensiones desconocidas y ajenas a las leyes físicas que gobiernan nuestro planeta. Obviamente, no es así.

Analicemos primero los desplazamientos típicos del juego, los cuales deseamos que sean lo más rápidos posibles, para poder desbordar a un contrario en un 1x1, correr un contraataque más rápido que la defensa o poder llegar de manera solvente a una ayuda defensiva. Es decir, deseamos conseguir la mayor velocidad en el menor tiempo posible De esta manera, la principal capacidad a desarrollar en este sentido es (Vfinal – Vinicial) / (Tfinal – T inicial) = Aceleración.

Veamos qué ocurre con la capacidad de salto. Una vez más, la física nos dice que la altura del salto depende de la velocidad vertical alcanzada en el momento del despegue, es decir de la capacidad de alcanzar la mayor velocidad vertical en el menor tiempo posible, lo cual nos lleva otra vez a la misma magnitud (Vfinal – Vinicial) / (Tfinal – T inicial) = Aceleración.

Así, parece que para desarrollar la velocidad de desplazamiento y la capacidad de salto, además de en determinados aspectos técnicos y coordinativos deberemos centrarnos en la mejora de la aceleración. La cual, según la ecuación fundamental de la dinámica derivada de la segunda ley de Newton está, para cuerpos de masa constante y que se mueven a menos del 10% de la velocidad de la luz (lo cual ocurre en todos los jugadores de baloncesto conocidos hasta la fecha, con la excepción Serge “el rayo” Zwikker), relacionada con la fuerza y la masa de la siguiente manera: F= m x a, o dicho de otra forma, a= F/m.

Por lo tanto – y aquí está la clave de todo este asunto -, para conseguir una mayor aceleración deberemos ser capaces de aplicar la mayor fuerza posible a un cuerpo de la menor masa posible. Es decir, la capacidad de aceleración es directamente proporcional a la mejora de la fuerza e inversamente proporcional al aumento de la masa. Realmente y simplificando, esto no nos está diciendo otra cosa que el hecho de que el peso pesa y que cuanto más pesamos más resistencia ofrecemos a cambiar nuestra aceleración, tanto de forma positiva (aumentar la velocidad) como negativa (frenar en el menor tiempo posible para volver a acelerar en la misma dirección o en otra). Y como dice siempre Bozidar Maljkovich, “el baloncesto es un juego con dos posibilidades: sprint o stop”.

Esto nos da una pista acerca de por qué algunos de los jugadores que citaba más arriba tienen esa tremenda capacidad de acelerar y frenar, y también nos habla del cambio en el tipo de juego de algunos jugadores (Kukoc, Jordan…) después de haber ganado varios kilos de masa muscular, girando hacia un tipo de juego menos explosivo. No hay más que ver algunos videos de estos y otros jugadores para apreciar la relación entre el tipo de físico y el tipo de juego.

A estas alturas nos estamos preguntando: ¿es posible mejorar mucho la fuerza y no aumentar demasiado la masa corporal? ROTUNDAMENTE SI. De hecho sabemos que no existe una relación lineal entre tamaño muscular y fuerza, sino que esta depende de otros factores que desarrollaremos en próximas entradas a este blog.

En relación a la capacidad de resistencia, poco que decir, pues es evidente que para una misma capacidad de captación, transporte y utilización de oxígeno, una mayor masa muscular hace que la cantidad de oxígeno disponible por kg de masa sea menor. Si a esto unimos que al aumentar el tamaño de la fibra muscular normalmente desciende la densidad capilar y mitocondrial, podemos decir sin temor a equivocarnos que también la capacidad de resistencia se ve negativamente influida por el aumento de masa muscular.

¿Y qué ocurre con los choques? Este es uno de los principales argumentos que se suelen esgrimir cuando hablamos de la incapacidad de alguien para jugar a cierto nivel. “En cada choque dentro de la zona saldrá rebotado”, decimos.

Lo primero que podemos pensar es si en realidad tiene importancia en el juego que un jugador rápido y saltarín de vez en cuando salga rebotado en un bloqueo. Yo pienso que no demasiada, al menos en un juego con árbitros. Aún así, asumiendo que esto fuera importante, volvemos a la física para observar que la energía que un cuerpo lleva a un choque aumenta con la masa del sujeto y con el cuadrado de la velocidad (Ec= ½ m x V2). Lo cual nos dice que es mucho más rentable otra vez, a la hora de chocar, mejorar la capacidad de aumentar la velocidad previa al choque que incrementar la masa. Esto explica los enormes destrozos que pequeños meteoritos provocan al caer a nuestro planeta, y a escala baloncestística, ejemplos como estos: 1, 2, 3, 4.

Aún así, existe un caso, y sólo uno, en el que sí es ventajoso tener una masa elevada. Y es a la hora de chocar y/o tomar la posición en situaciones en las que ambos contendientes están prácticamente parados.. En estos casos, en los que la variable velocidad es muy baja, sí tiene ventaja el jugador más pesado. Esta ventaja desaparece si a la hora de tomar la posición uno de los jugadores llega en movimiento a alta velocidad.

En un resumen, podemos decir que para mejorar la capacidad de saltar, de jugar a alta velocidad y retrasar la fatiga no parece una buena idea aumentar demasiado la masa muscular, mientras que para afrontar situaciones de muy baja velocidad o estáticas en determinadas condiciones sí puede ser rentable hacerlo, sabiendo, eso sí, que esto repercutirá en una menor capacidad de acelerar, frenar y saltar.

A partir de estos datos, parece lógico analizar qué tipo de jugador buscamos, qué tipo de patrón juego perseguimos y orientar el proceso de entrenamiento de condición física en función de estos objetivos.

De este y otros aspectos hablaremos en otra ocasión.

Nos vemos en las canchas